jueves, 7 de mayo de 2009

Cómo terminar una buena historia (Cap. 1.52).


Cuando llega la hora de escribir el último capítulo de una novela, ¿qué hacer en él? ¿Cómo cerrar algo que aun no se sabe cómo será recibido por los lectores pero de lo que ya tenemos decidida la continuación?

Cervantes decide cerrar su novela como si fuera un capítulo más y lo fragmenta al estilo de tantos que hemos visto, graduando a la perfección el impacto de cada una de las partes. En primer lugar, termina la historia del cabrero de una manera que nos suena, porque ya lo ha hecho en otros relatos: diciéndonos cómo ha sido recibida por lo oyentes y, en especial, por el canónigo, que detecta el truco técnico del relato y nos lo confiesa. Esto es muy barroco: Cervantes levanta la manta que cubre el artificio de su propio escrito y lo expone a nuestra contemplación:

especialmente le recibió el canónigo, que con estraña curiosidad notó la manera con que le había contado, tan lejos de parecer rústico cabrero cuan cerca de mostrarse discreto cortesano; y así, dijo que había dicho muy bien el cura en decir que los montes criaban letrados

Este rústico-cortesano despierta, de forma inmediata, sus resonancias literarias, tanto dentro del propio Quijote como en un juego intertextual con la literatura anterior. Y sin esta alusión expresa en boca de un avezado lector, como lo es el canónigo, no comprenderemos lo que viene después. Don Quijote interviene, como le corresponde, es decir, llevando a su terreno caballeresco la historia, entre otras cosas, porque ha detectado lo mismo que el canónigo, es decir, el carácter cortesano y libresco del tono del relato del cabrero: en el fondo, está legitimado para pensar que es uno de los suyos. Pero Cervantes vuelve a usar del desnivel retórico, en una caída brusca: el rústico no admite como igual a don Quijote y lo tacha de loco, a pesar de declarase conocedor de los libros de caballerías y de estar por los montes al estilo de la literatura pastoril:

para mí tengo, o que vuestra merced se burla, o que este gentil hombre debe de tener vacíos los aposentos de la cabeza

La reacción de don Quijote ante este rechazo es previsible, porque ya se nos ha dado pruebas de su natural colérico: lo insulta y se enzarzan en una pelea. Cervantes juega al caos conscientemente: todos azuzan a los que combaten y ayudan a prolongar los golpes. Incluso el barbero interviene para que su vecino sea golpeado por el cabrero. Ninguno de los presentes, excepto Sancho, se comporta con nobleza.

La pelea se corta bruscamente: aparece una procesión de disciplinantes que don Quijote interpreta también a su manera, exigiendo que la imagen de la Virgen María sea liberada. Obsérvese que Cervantes tiene buen cuidado en señalar que el hidalgo debería haberlos reconocido porque, por su frecuencia en la España del momento, sin duda debió encontrárselos más veces en su vida. Pero don Quijote, como le sucedió en la aventura de los molinos y en otras tenía que probar ante los que le habían negado la cordura, la necesidad de su empeño: no puede dejar pasar la ocasión y necesita trasfigurar lo que ve. Lo que sigue es un juego irónico con muchas interpretaciones. En principio no es más que el relato de un loco que hace locuras, pero observemos cómo se pone en solfa esta manifestación externa y extremada de la religión católica, llegando a afirmar el protagonista que la Virgen va prisionera. La imagen del disiciplinante levantando la túnica hasta la cinta para correr más ligero al creerse asesino y la de todo el resto de los que van en procesión apiñándose en torno a la Virgen para defenderse de un posible ataque, es mordaz y muy cómica, sin duda alguna.

Ya conocemos el resto: molido don Quijote a golpes hasta parecer muerto, Sancho pronuncia un planto paródico de otros de las novelas de caballerías. Recuperado el hidalgo, vuelve al carro de bueyes, sobre el entra en su aldea. Acogido en casa por su sobrina y el ama, que vuelven a maldecir de las historias caballerescas, será dado de lado por el narrador, que gira gira su atención a Sancho, para relatarnos su reencuentro con su mujer, que quiere saber del asno y del provecho de su aventura como escudero. Sancho le contesta con gran sigilio, pues tiene cosas que ocultar, como veremos al inicio de la segunda parte.

Un final singular para una novela, puesto que el último capítulo parece uno más de los que llevamos leídos, lleno de circunstancias que resumen y juegan con casi todo lo que hemos visto en el libro: sólo el retorno del héroe a la casa nos dice, sin lugar a dudas, que estamos ante el final del relato, puesto que el narrador parecía no tener prisa por llegar a ese momento. Por ahora. Lo que sí tenemos ya claro es que esta segunda salida, que ha durado unas tres semanas en el tiempo interno de la novela, tendrá una prolongación.

Pero el capítulo no ha terminado aquí, por supuesto. Veremos el resto el próximo jueves.

22 comentarios:

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Cierto...el autor se da prisa por acabar la aventura...ya me explicarás porqué comentar los poemas a parte...

Sin duda al final de este capítulo asistimos al gesto paternal de Sancho con su amo...o interesado según se mire... incluso asume que sus conocimientos aumentaron por estar con Don Alonso... desprecieando sin duda el saber de su Sra. Pnaza... saludos y seguimos.

Merche Pallarés dijo...

Bueno en este capítulo ya nuestro Quijo quiere salvar a Leandra e ir a sacarla del monasterio "donde sin duda alguna debe de estar en contra de su voluntad". Monta a nuestro Roci, apretó sus muslos ya que espuelas no llevaba, y a todo galope, "porque carrera tirada no se lee en toda esta verdadera historia que jamás la diese Rocinante" se fue a dar de bruces con unos disciplinantes que iban en procesión a la ermita para pedir que les cayera un poco de lluvia para aliviar la sequía que padecían. Llevaban en volandas una imagen de la virgen que nuestro Quijo antojó era una dama en apuros... Sancho vino en su ayuda avisándole que la dama no era tal sino la virgen santísima. Una vez mas Quijo no le hace caso. Arremete contra los disciplinantes y se arma un zipitoste de mucho cuidado. Nuestro Quijo cae malherido y magullado. Sancho se arroja sobre su cuerpo "haciendo sobre él el más doloroso y risueño llanto del mundo, creyendo que estaba muerto" Le llena de flores literarias como "¡Oh flor de la caballería!... ¡Oh honra de tu linaje, honor y gloria de toda La Mancha y aun de todo el mundo!.. ¡Oh liberal sobre todos los Alejandros!... ¡Oh humilde con los soberbios y arrogante con los humildes!... En fin, ¡caballero andante, que es todo lo que decir se puede! Logran meterlo en la jaula de nuevo y al cabo de seis dias llegaron a su aldea. Allí la ama y la sobrina gritaron y se dieron de bofetadas, maldiciendo de nuevo a los libros de caballería.

Sancho se encuentra con su mujer. Ésta le pregunta "¿qué saboyana me traéis a mí? ¿Qué zapaticos a vuestros hijos? El le responde que no trae nada de eso "traigo otras cosas de más momento y consideración..." (Ehem, ehem...)

Acuestan a nuestro Quijo con la advertencia del cura a la ama y sobrina "que estuvieran alerta de que otra vez no se les escapase" "Aquí alzaron las dos de nuevo los gritos al cielo, allí se renovaron las maldiciones de los libros de caballerías..."

Aquí vuelve el autor de esta historia "puesto que con curiosidad y diligencia ha buscado los hechos que don Quijote hizo en su tercera salida, no ha podido hallar noticia de ellas, a lo menos por escrituras auténticas" parece ser que la tercera vez que sale de su casa se va a Zaragoza. "Ni de su fin y acabamiento pudo alcanzar cosa alguna, ni la alcanzara ni supiera si la buena suerte no le deparara un antiguo médico que tenía en su poder una caja de plomo..." En esta caja se "habían hallado unos pergaminos escritos con letras góticas pero en versos castellanos..." "contenían muchas de sus hazañas y daban noticia de la hermosura de Dulcinea del Toboso, de la figura de Rocinante, de la fidelidad de Sancho Panza y de la sepultura del mismo Don Quijote, con diferentes epitafios y elogios de su vida y costumbres."

Y colorín, colorado esta primera parte se ha acabado. ¡¡ESPERAD QUE LLEGUE PARA LA SEGUNDA PARTE. DAROS UN RESPIRO!! Besotes, M.

Hernando dijo...

Quiero destacar en ete capítulo la figura der autor omnisciente. Cervantes se sabe que él es el creador de esta aventura, hace y dice de sus personajes lo que él quiere.
No veo muy claro que estando en una campiña pastoril, rodeada de florecillas y una pradera muy verde, haya una procesión, pidiendo que lloviese por que aquél año las nubes habían negado su rocío a la tierra.Cervantes quiere que sea Sancho quién nos diga que habrá una tercera salida por lo tanto una segunda parte.
Sancho dice, .... y volvamos a mi aldea en compañía de estos señores que su bien desean y allí daremos orden de hacer otra salida que nos sea de más provecho y fama.
Por las prisas de acabar pronto, Cervantes comete un pequeño error cuando escribe, " pusieron a Don Quijote como antes venía. No va enjaulado sino que acomodó a Don Quijote sobre un haz de heno, y creo que hay diferencia.
¡Qué regreso más triste a su aldea, en un carromato tirado por bueyesy él tendido y de mal aspecto sobre un montón de heno.
Pero Sancho tiene que pasar cuentas con su mujer Juana Panza, primero le pregunta por el asno (herramienta muy importante para un labrador en aquél tiempo hasta la industrialización del campo) y luego los bienes que trae de sus escuderías. Dfícil respuesta, pero Sancho buen alumno de Don Quijote, le habla de una ínsula para la siguiente salida, por lo cual se nos vuelve anunciar una segunda parte y mentiene contenta a Juana que ya se ve dueña y gobernadora de una ínsula auunque no sepa bien qué cosa es.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Pedro, resulta fantástica la manera en la que lo explicas e interpretas. Sacas un sustancia inimaginable. Nunca entendí bien la procesión de disciplinantes.

Un abrazo.

pancho dijo...

Capítulo LII (primera parte)
Empeñado como está DQ en sacar de los conventos a las monjas encerradas en contra de su voluntad; en cuanto oyó que la bella Leandra (la ultrajada por el veterano de los Tercios y pretendida por la legión de pastores y cabreros del monte) había sido enclaustrada por su padre, le faltó tiempo para ofrecer su espada y ponerse a órdenes del cabrero para ayudar en lo que hiciera falta. No olvidemos que DQ se encuentra ahora suelto y más bullicioso que nunca, como veremos.

DQ, que no tiene por qué tolerar que el cabrero aluda a una presunta merma de sus facultades, salta como un resorte y le estampana un pan en los morros. Éste se lanza al cuello del hidalgo, que no lo ahoga porque S estuvo al quite, quitándoselo de su amo. En otro envite, sangrando ambos, se vuelven a enzarzar azuzados por los de alrededor. El toque de una trompeta los salva de tanta molicie. DQ, viendo que las cosas están regular, pide una hora de tregua: su escusa es que el son de la trompeta le llama a nuevas aventuras. La trompeta acompaña a una procesión pidiendo agua. Costumbre que no se ha perdido en los pueblos: en cuanto falta el agua, se sacan los santos de paseo para que el precioso líquido riegue los campos. La gente suele recurrir a lo sobrenatural, cuando comprende su incapacidad de dominar la naturaleza.

Vemos, seguidamente, cómo C se recrea en describirnos los preparativos del ataque, parándose en las limitaciones de la carrera de su caballo: “A todo galope, porque carrera tirada no se lee en toda esta verdadera historia que jamás la diese Rocinante.”

La risa que siguió a la petición de DQ de que liberaran a la señora enlutada que llevaban en andas, provocó la ira del hidalgo embistiendo a los portadores. Uno de ellos, con la horquilla que llevan para descansar el paso, le asestó un garrotazo que tiró a tierra la humanidad del hidalgo. Éste, al ver que no rebullía, tomó las de Villadiego. Sólo rebulló al oír la guaya de S para pedirle que le restituyera al carro, “encantado esta vez “, incapaz de montar en Rocinante. S abandona la idea de escaparse del grupo con su amo y le aconseja ir al pueblo para curarse; después Dios dirá.

A continuación, C despide en unas cuantas líneas a todos los personajes no esenciales del grupo, en contraste con la meticulosidad en la descripción del ataque y posterior llegada a la aldea, en un Domingo a medio día. La conversación de S con su mujer, entre líneas, nos da a entender que todavía conserva en sus alforjas los escudos de oro de la maleta de Sierra Morena: “Aunque traigo otras cosas de más momento y consideración” junto a la promesa de nuevas aventuras, pues los familiares y cuidadoras de DQ “se habían de ver sin su amo y tío en el mesmo punto que tuviese alguna mejoría; y sí fue como ellas se lo imaginaron.”

C no podía rematar la novela sin hacer alusión al narrador original, Cide Hamete Benengeli. Nos cuenta que las referencias a una tercera salida de DQ a las justas de Zaragoza sólo pertenecen a la tradición oral. Los originales escritos se han perdido. Añade C que los pergaminos originales habían llegado a posesión de un médico, después de haber sido encontrados en una caja de plomo, conservada en los cimientos de una ermita; como siempre ocurre en este país: si algo se conserva es porque estuvo enterrado, lejos del poder destructor de tanto amigo de la incultura. En estos pergaminos estaban descritas muchas de las hazañas de nuestro protagonista y los epitafios de la tumba de DQ.

El autor sólo nos pide a los lectores que consideremos la obra como un Libro de Caballería más, sin tener en consideración el trabajo invertido en investigar las andanzas de DQ por todos los archivos manchegos. Esto le animará a escribir nuevas historias, si no tan verdaderas pues ya no tiene referente, sí de tanta o más invención.

Termina la novela contándonos que las primeras letras escritas en el pergamino eran: “Los académicos de Argamasilla[ ...] hoc scripserunt:” . Dándole C una estructura circular a la novela, dejando claro que nada en ella es lineal y plano. Hay complejidad que hay que ir desentrañando paso a paso para entender las claves entre la ambigüedad que impregna la novela.

marga dijo...

PRIMERA PARTE: UNA DE TORTAS
- El hábito no hace al monje: eso parece indicar el inicio del capítulo, así pues, el que tiene apariencia de cabrero pasa a ser discreto cortesano al contar su historia y ocurre lo mismo con Don Quijote que pese a su mal pelaje habla como un caballero.
- “Tener vacíos los aposentos de la cabeza”: lo que hoy decimos nosotros tener la cabeza sin amueblar.
- La ira de Don Quijote: ya demostrada en mil ocasiones vuelve a brotar, en un plis plas llama al cabrero bellaco, corto de entendimiento e hijo de puta.
- Otra de golpes, tortas y sangre: cada cierto tiempo como en los comics parece necesaria una sesión de palos para animar el cotarro.
SEGUNDA PARTE: LA VIRGEN CAUTIVA
- Aún hay en sitios en los que se hacen rogativas para llamar a la lluvia, ¡cuanto mejor si invirtieran los esfuerzos en una buena política de gestión del agua!.
- Ahora bien, puesta en situación me imagino que cuando paseo por el monte me encuentro con una procesión de hombres vestidos de blanco, seguramente flagelándose y con una figura de luto entre ellos y fijo salgo corriendo pero en sentido contrario

TERCERA PARTE: LA VUELTA A CASA
- Dos escenarios:
o Ama y sobrina, asustadas primero, después solícitas y finalmente perplejas al entender que la mejoría de su tío conllevaría una nueva fuga.
o Y la desternillante recepción de Juana a su marido: Una vez calmada su inquietud por el asno quiere ver que es lo que las aventuras de Sancho han reportado a la familia. Señorías, ínsulas y vasallos no colman sus expectativas.

Martine dijo...

Volver a casa , tomar un respiro y a por más aventuras.. las seguiremos en tu compañia, Pedro...
Un beso...

Concha dijo...

Leí el Quijote estando en la Universidad, a razón de capítulo por noche. Después de encontrar tu blog y el grupo de facebook he decidido volver a leerlo. Muchas gracias.

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

En la noche del miércoles, ya muy de noche, la 2 emitió un gran documental titulado "Las Locuras de El Quijote". No sé si lo habéis visto. Fue genial. Un abrazo.

São dijo...

Espero que haja muito em breve uma edição de "D. Quixote" comentada por ti: comprarei, absolutamente!!

Bom fim de semana, Companheiro.

pablo miguel simón dijo...

Magnífico trabajo, Pedro. Haber llegado hasta aquí es un gran aporte a la crítica literaria sobre el Quijote, que es muy de agradecer por cuantos amamos la obra y quienes han comenzado a enamorarse de ellla con tus entradas semanales. Chapeau!

elena clásica dijo...

Los ideales terminan encerrados cada uno de una manera. Quizá cierta belleza se desvirtuó. Me encantó el comentario de los disciplinantes a mí también.
Un beso.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Un abrazo para todos y feliz fin de semana...!

Alatriste dijo...

De este capítulo me gustó mucho el discurso que Sancho realiza a don Quijote cuando piensa que él está muerto.

Otro dato que me llamó la atención es el de Juana Panza, que parece ver con buenos ojos una próxima salida de su marido en pos de aventuras. Aquí podríamos decir que la mujer también está inbuída del espíritu quijotiano.

Abejita de la Vega dijo...

Comentario al capítulo LII.

El cabrero, la procesión y la vuelta de don Quijote a la aldea. Son las tres piezas que Cervantes encaja en este último capítulo de la primera parte.
Todo parece ir como la seda. Sentados en el prado ameno, comen las abundantes viandas canónigas, escuchan con gusto el cuento de Leandra y el cabrero invita al postre… ¡Tenía razón el señor cura! Los montes crían letrados Pero Cervantes va a poner esto patas arriba. Va a hacer trizas la placidez bucólica y se va armar una que nos va a dejar temblando. Contraste barroco habemus…

Don Quijote se disculpa, por no poder emprender aventura alguna. Le gustaría, pero no puede, liberar a Leandra de su encierro conventual. Pero, el cabrero señorito pregunta quién es ése, con tan mala pinta, que habla así. Tras recibir una irónica información por parte del barbero, se dirige al extraño personaje, calificándolo de cabeza vacía. El de la Triste Figura contesta que la vacía, puta e hideputa será la madre que parió al que así le habla y lanza un pan que casi deja chato al deslenguado.

A partir, de lo del pan, sobre platos y tazas, llueven los mamporros, mojicones, arañazos y coces. Y menos mal que al cabrero, ensangrentado y coceado, se le impide coger el cuchillo. Don Quijote y Sancho también salen muy mal malparados y llueve sobre mojado, que sólo con sus lesiones antiguas ya se llenaría un libro de Traumatología. ¿Cómo sobreviven así, sin un mal servicio de Urgencias? nos preguntamos.
.
Llama la atención la insensibilidad de los que les contemplan el combate, incitándolos como a perros de pelea. El cura y el canónigo, muy cristianamente, revientan de risa. Los cuadrilleros, la ley y el orden, saltan de gozo. Aquí Cervantes carga las tintas…

El sonido tristísimo de una trompeta da la vuelta, otra vez, al capítulo. Cesan los contrincantes, entre otras razones porque ya no pueden más, y desfila ante sus ojos una procesión de flagelantes , con una imagen de la Virgen llorona. El narrador sabelotodo nos aclara que aquel año había sido de sequía, en esas tierras. El cielo había negado su rocío a los campos y, los de la aldea .venga latigazos, venga paseos hasta la ermita con la señora enlutada, a ver si la voluntad divina cambia y se abren las nubes con el preciado elemento. ¡Ay Erasmo, Erasmo! ¿Religión por fuera o por dentro?
Parece ser que estas procesiones de flagelantes eran algo habitual, algo que don Quijote debía haber visto muchas veces. Gente abriéndose las carnes con un latiguillo acabado en púas, normal…. Pero él lo interpreta en la clave de su locura y se lanza a liberar a la pobre señora que llevan cautiva. En el intento, recibe un golpe tal que Sancho, dándole por muerte recita un planto, al más puro estilo caballeresco, que, a pesar de sus cómicas equivocaciones, muestra su calidad humana.

Los de la procesión, ven a los cuadrilleros con sus ballestas, no quieren que les carguen con el muerto y echan a correr cobardemente, con la falda y los capirotes arremangados, luciendo los cirios y las disciplinas.. ¡Ay Erasmo, Erasmo! ¿Religión por fuera o por dentro?

El cura conoce a otro cura de la procesión y tanto unos como otros se sosiegan. Aquí no ha pasado nada.

Don Quijote pide a Sancho que le coloque en el “carro encantado”, dado el estado de su dolorido hombro. Sancho lo hace de buena gana y, de paso, nos anuncia una nueva salida, tras la estancia en la aldea. Don Quijote atribuye su mala racha a un “mal influjo de las estrellas” que hay que dejar pasar. ¡Cervantes astrólogo!

La procesión sigue su camino y s la hora de las despedidas. Se despide el cabrero y los cuadrilleros no quieren pasar adelante, cobran y se van. ¡Por fin perdemos de vista a este pelmazo de canónigo! El cura le informará si don Quijote sana de su locura. Se quedan solos el cura, el barbero, don Quijote y Sancho. ¡Ah! y el bueno de Rocinante, tan paciente como su amo.
Seguiré con la llegada a la aldea.
Un saludo para Pedro y los que nos visitan.

María Ángeles Merino Moya.

Teresa dijo...

Nos anticipa la muerte del protagonista, desinflando el interés por la segunda parte, ya veremos cómo nos vuelve a levantar el ánimo para seguir leyendo.

Hoy he pensado que ciertas descripciones rayan en el sadismo con tanta violencia gratuita.

No tiene desperdicio el juego que hace con la libertad de la que cree una doncella virgen...

matrioska_verde dijo...

pues yo ya he termninado la primera parte... me embalé y no pude parar.

biquiños,

Silvi (reikijai) dijo...

Mi resumen tarde,pero llega.
Don Quijote duda… de la veracidad del tema… también sabe que no se puede embarcar en otra aventura… pero deja claro… que le traería a Leandra y la pondría frente a el. … Al sentirse descubierto… Cabrero… pregunto quien era… al saberlo lo desacredita… diciendo que su forma de hablar es de un loco… que no era nadie.
Don Quijote lo insulta de arriba abajo y se trenzan en riña… que dura un suspiro… y por lógica Don Quijote sale perdiendo.
Ve al tiempo… un grupo de gente en procesión, pedían por la sequía… llevaban una imagen, cubierta con un manto a la capilla; Don Quijote los ataca… con su espada parte uno de los palos… pero es golpeado y cae.… Sancho al verlo en el suelo, lo cree muerto… y comienza a sollozar… Cuando Don quijote se recupera del desmayo… le indica a Sancho que deben volver a casa y que deben esperar un tiempo para volver a las andadas… Continúan el viaje junto al cura y al barbero.
En la casa a Don Quijote lo esperaba el Ama y la sobrina, que se ocuparon de su buen descanso. Sancho estaba feliz… por lo vivido y va a volver con Don Quijote. Besitos. Silvi.

Abejita de la Vega dijo...

¡Hola Pedro!
Aquí,la segunda parte del comentario alcapítulo LII.

Don Quijote viaja acomodado sobre el heno, en el lento, lentísimo carro de bueyes. Seis días más, mediodía y domingo, la gente está en la plaza. Con lo cotillas que son en los pueblos…

Martín de Riquer destacó * que en el Quijote nunca es domingo, que pasan los días y nunca van a misa, precepto católico que Cervantes sí cumplía. Pues…es domingo precisamente el día que llega a su aldea y, en cuanto lo de ir a misa, no es tan raro…casi siempre están en descampado o en una venta.

Todos se asombran al reconocerlo. El ama y la sobrina son informadas de la llegada de su tío y señor, flaco y amarillo. Por su reacción, más parecen las plañideras de un difunto: gritan, se dan de bofetadas ¿La una a la otra o cada una a si misma? Malditos, malditos libros…mira cómo viene, hecho unos zorros…

La mujer de Sancho Panza pregunta, lo primero es lo primero, por el burro. Lo segundo es lo qué me traes. ¿Vestiditos? ¿Zapatitos? No, cosas mejores, ya verá. Pronto será conde o gobernador de una ínsula. La buena mujer no entiende la palabra, su marido tampoco; pero responde con prepotencia, amén de grosería ,con eso de” no es la miel para la boca del asno”. Luego se dulcifica y anuncia que Juana Panza será llamada Señoría por los vasallos de su ínsula. Señoría no la llamarán, mas don Miguel, tan despistado, la rebautizará en la segunda parte como Teresa, de soltera Teresa Cascajo.

Que no tenga prisa y calle, cosa gustosa es el oficio de escudero. Al llegar aquí le da el ataque de sinceridad: de cien aventuras salen mal noventa y nueve, ha sido manteado y molido…no importa. Después, en su afán por dar un giro positivo, se activa su fantasía y salen a relucir las manchegas selvas.

El ama y la sobrina reciben a don Quijote que no sabe dónde está, ni siquiera reconoce algo tan reconocible como es la cama propia, incluso bizquea. Habrá que cuidarle, que no se escape, con lo que ha costado traerle…De nuevo, maldiciones sobre los autores de esos disparatados libros, en los abismos infernales deberían estar…Y, a continuación, Cervantes nos confirma que habrá más Quijote. La sobrina y el ama temen que, en cuanto mejore, vuelva su tío y señor a irse y “sí fue como ellas se lo imaginaron”.

Cervantes remata esta primera parte informándonos acerca de las investigaciones del “autor desta historia”, el cual no pudo encontrar nada escrito acerca de la tercera salida de don Quijote. Sólo por tradición oral sabemos de su participación en las justas de Zaragoza. Conocemos “su fin y acabamiento” por una caja de plomo guardada por un médico, hallada en los cimientos de una ermita con unos misteriosos pergaminos, bla, bla, bla. Y lo que acabamos de leer viene de esa fuente y el autor se conforma con que le demos el mismo crédito que a los libros de caballería. Y dice: “Con esto se tendrá por bien pagado y satisfecho, y se animará a sacar y buscar otras, si no tan verdaderas, a lo menos de tanta invención y pasatiempo”.Subrayaría yo, de este final, las palabras “invención y pasatiempo”. De eso se trata, de pasarlo bien. Y estos lectores de los jueves lo pasamos muy, muy bien.

Un saludo para Pedro y los visitantes de “La acequia”.
María Ángeles Merino Moya
* Entrevista con Martín de Riiquer en http://www.revistasculturales.com/articulos/14/el-ciervo/25/1/conversaciones-martin-riquer.html

impersonem dijo...

Don Quijote, genio y figura hasta el último capítulo de la primera parte; pelea con el Cabrero y aventura con la procesión. Siempre genuino Don Quijote.

Abrazos.

Juan Luis G. dijo...

A mí me ha parecido uno de los capítulos más divertidos, sin duda. Menos mal que nosotros no tenemos que esperar a que Cervantes se decidiera a publicar la segunda parte; que mal lo pasarían los impacientes en aquellos tiempos.

Asun dijo...

Me ha encantado esta frase: ...este gentilhombre debe de tener vacíos los aposentos de la cabeza. Creo que la voy a adoptar para utilizarla de vez en cuando.

Hacía ya varios capítulos que faltaba un poco de acción y no podía acabar esta primera parte sin una última dosis.
Lo que no me ha parecido ni medio bien es que todos los demás excepto Sancho; el cura, el canónigo, los cuadrilleros...; estuvieran partiéndose de risa… ¡Qué graciosos!

El discurso de Sancho sobre el cuerpo de DQ, al que cree muerto, ensalzando todas las virtudes de los caballeros andantes y por ende de su amo, denota una vez mas los buenos sentimientos hacia él.

Si no interpreto mal, Cervantes ya avanza que la historia tendrá una continuación, es decir, que habrá una segunda parte cuando dice:
...la tercera vez que salió de su casa, fue a Zaragoza, donde se halló en unas famosas justas que en aquella ciudad hicieron, y allí le pasaron cosas dignas de su valor y buen entendimiento.

Bueno, pues ya sólo me quedan por leer los versos.

Un beso