jueves, 14 de mayo de 2009

Final (Cap. LII)

La imagen de cierre de la Primera parte nos la remite Hernando,
comentarista habitual de esta serie. ¡Gracias!

El final de la Primera parte del Quijote ha suscitado múltiples interpretaciones. En primer lugar, sobre si Cervantes pensaba o no en una continuación. Parece evidente que sí pensaba en ella, pero no sabía -por edad, por oportunidades futuras-, si podría llevarla a cabo. Por eso, necesita cerrar el libro. Y lo hace como lo comenzó: con una parodia de los libros de moda en su tiempo. Recordemos que el Quijote se plantea como una crónica a partir del cotejo de diferentes materiales y sobre todo del manuscrito encontrado, obra del historiador arábigo Cide Hamete Benengeli. Como tal, el narrador -que, recordemos, es técnicamente el transcriptor de una traducción ajena de dicho manuscrito- no puede continuar más allá del material que tiene entre manos. Por eso, una vez recogido el hidalgo en su casa, termina la novela abruptamente: ya no tiene más datos. Nos dice que la memoria oral ha conservado noticias no escritas -por lo tanto, no fidedignas- de una tercera salida; también nos dice que un antiguo médico -resaltemos la profesión liberal a la que se alude- conserva en su poder una caja de plomo con pergaminos en los que están escritos unos versos. Se ha estudiado la irónica alusión a una polémica de la época sobre la autenticidad de unos manuscritos árabes hallados en el Sacromonte. Sea lo que sea, no deja de ser evidente el juego establecido con el tratamiento del tiempo en la novela: los hechos se pretenden casi contemporáneos, pero ahora se alejan al hablar del hallazgo de la caja al derribar parte de una antigua ermita para remoderarla;

Pero el autor desta historia, puesto que con curiosidad y diligencia ha buscado los hechos que don Quijote hizo en su tercera salida, no ha podido hallar noticia de ellas, a lo menos por escrituras auténticas; sólo la fama ha guardado, en las memorias de la Mancha, que don Quijote, la tercera vez que salió de su casa, fue a Zaragoza, donde se halló en unas famosas justas que en aquella ciudad hicieron, y allí le pasaron cosas dignas de su valor y buen entendimiento. Ni de su fin y acabamiento pudo alcanzar cosa alguna, ni la alcanzara ni supiera si la buena suerte no le deparara un antiguo médico que tenía en su poder una caja de plomo, que, según él dijo, se había hallado en los cimientos derribados de una antigua ermita que se renovaba; en la cual caja se habían hallado unos pergaminos escritos con letras góticas, pero en versos castellanos, que contenían muchas de sus hazañas y daban noticia de la hermosura de Dulcinea del Toboso, de la figura de Rocinante, de la fidelidad de Sancho Panza y de la sepultura del mesmo don Quijote, con diferentes epitafios y elogios de su vida y costumbres.

Veremos que con este mismo juego se abre la historia en la Segunda parte.

Finalmente, se trascriben los versos hallados en la caja de plomo. Se trata de un género muy de modo en su tiempo. La imitación burlesca de una academia a partir de la composición de poemas vejatorios, mordaces y divertidos era muy habitual. El hecho de que diga que esta academia existía en Argamasilla ha dado lugar a divertidos combates entre las dos Argamasillas manchegas (Alba y Calatrava) para apropiarse la sede, puesto que se ha imaginado -sin ningún motivo cierto- que de esa Argamasilla era natural don Quijote. Todos los que han levantado vivas polémicas al interpretar las claves ocultas de estos textos han sido víctimas del juego irónico que contienen: Cervantes se burla, de una manera muy habitual en su tiempo, de las academias y académicos, de los libros impresos en su tiempo -recordemos que no solo el Quijote es una parodia de los libros de caballería sino que todo el volumen es una parodia de las novelas habituales del momento- y deja la sensación de que nos despide con una sonrisa pícara en los labios al adivinar el juego que darán estos versos para los exégetas posteriores. Además, hay un consenso casi general entre los cervantistas de que no todos estos poemas son de Cervantes y se atribuyen a su círculo de escritores amigos, entre los que, más que posiblemente, circuló la primera versión manuscrita de la obra.

Y así llegamos al final de la lectura de la Primera parte. Os emplazo a la de la Segunda parte, según comentamos en su día. Espero que hayáis disfrutado.

21 comentarios:

MAMEN ANZUÉ... dijo...

Yo me apunto para una segunda parte, claro que si, jejeje¡¡¡¡;)

UN GRAN BESOO DE VIERNES, GUAPO¡¡¡¡

Mónica dijo...

Hola, mi querido amigo. lamento no pasar tan seguid, pero estoy con mucho trabajo. trato de pasar por los blog cada tanto, para que los que me aprecian... no me olviden.

Por supuesto que espero una segunda parte.

Bss. Espero que andes bien.

Silvi (reikijai) dijo...

Pedro...vamos por mas locura, que consiguió que después de 30 años, volviera a pintar...Mi Padre te lo te lo debe estar agradeciendo, volví a jugar con los pinceles y los colores .El fin de semana sabrás de que se trata. Y que venga la segunda… Besitos. Silvi.

Antonio Aguilera dijo...

Un buen momento para dar un repaso mental y material a toda la primera parte; para resumir las màs importantes conclusiones.

Para mì, una de las màs importantes es constatar que Cervantes creò a un personaje que era un Cervantes superlativo: su alter ego, pero que le desborda y acaba siendo todo un mito. Un ser mitad hombre, mitad deidad; un ejemplo a seguir......
Para mì hace mucho tiempo que es Nuestro muy amado Señor don Quijote de la Mancha: sì, todo un mito donde confluyen los màs altos valores que en el hombre.... siempre no han sido.

PEDRO: Ojito montò imagen de don Quijote en Pozoblanco por el Revulsivo; le dije que pusiera la placa debajo, pero èl la integrò en la misma imagen de la obra. Este Ojito nunca me hace caso.

Nos vemos

Merche Pallarés dijo...

Los poemas me hicieron mucha gracia, la verdad. Eran la guinda del pastel. Las que más me gustaron fueron las cuatro últimas dedicadas a Rocinante, Dulcinea, Sancho y, of course, a nuestro Quijo. ¡Seguiremos cabalgando por la segunda parte! Besotes, M.

Alatriste dijo...

A mí me parece un final muy cachondo, que denota un gran sentido del humor por parte de sus autores fueran o no Cervantes.

"Esta que veis de rostro amondongado
alta de pechos y ademán brioso,
es dulcinea del Toboso..."
¡Genial!

pancho dijo...

Tu referencia al tiempo es muy aclaratoria del final de la primera parte. Cervantes se acordó al final de la novela del lugar de la Mancha que no quiso recordar al principio; dando trabajo a los expertos posteriores en buscar los porqués. Parece que lo impregnó todo de ambigüedad a sabiendas.
A mi modo de entender los poemas finales no tienen nada que ver con los sonetos ( en su mayor parte) de gran nivel literario que va insertando en toda la novela.

No pongo aquí ( 52 semanas después) lo que se me ha ocurrido sobre esta parte final del capítulo porque me parece que me salgo por ( la tangente de) los cerros del pueblo de Paco Ortega, Sabina y Muñoz Molina.

marga dijo...

Yo creo que no hay mejor despedida que una buena carcajada, parece opinar lo mismo Cervantes así que lanza un disparatado y desternillante final.

Atención al los nombres de los ilustres miembros de la Real Academia de Argamasilla.
- Monicongo; ese fue el nombre que colón dio a los seres que encontró en las Indias.
- Paniaguado: Suponía que quería decir algo como pan sin sal, como vino aguado, pero no, lo he mirado y es algo así como servidor o esbirro que para apellido de un academico, se las trae.
- Caprichoso
- Burlador
- Cachidiablo: hombre disfrazado de diablo
- Tiquitoc
Con semejante elenco... que podemos esperar de la tal academia., pues cosas como estas:
- Llamar calvatrueno (tarambana) a don Quijote
- De la divina Dulcinea decir que “tiene el rostro amondongada
- Escribir un epitafio a un caballo

pablo miguel simón dijo...

Ya sabes lo que opino de este trabajo, estoy convencido de que su dimensión crecerá mucho más de lo que podemos imaginar. Estaremos con la segunda parte, que es menos conocida pero muy interesante. Y enhorabuena por el camino recorrido, es todo un viaje de placer.

Martine dijo...

Sancho Panza es aquéste, en cuerpo chico,
pero grande en valor, ¡milagro estraño!
Escudero el más simple y sin engaño
que tuvo el mundo, os juro y certifico....

Con él, con DQ, con todos y de tu mano sigamos esta locura...

Un beso, Pedro!

Anónimo dijo...

Excelente escrito y también me apunto para leer la segunda parte.
Te felicito.

Concha dijo...

Aunque llevo algún capítulo leído de la primera parte, pero empezaré a participar en la segunda. Saludos.

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

y la historia no acaba. La segundda parte promete más emoción y nuevas sorpresas. Un abrazo.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Si...no se si! un por fin ¡ victorioso por haber llegado al ecuador del camino o de desencanto porque se acabó la primera parte...desde luego a mi me ha servido para aprender contigo y con los habituales y con los no tan habituales de esta obra... no sin dificultades, pero con ilusión. Un abrazo

Sor Austringiliana dijo...

Comentario a los versos que cierran la primera parte del Quijote (capítulo LII)

Para este comentario, Abejita de la Vega cede la palabra a Sor Austringiliana que posee la capacidad de viajar a través del túnel del tiempo.

Alabado sea nuestro Señor Jesucristo, tal vez sus caridades no me conozcan. Soy una humilde hermana que dormía su sueño eterno de ocho siglos, en mi monasterio castellano, bajo un pequeño ciprés. No sé cómo fue, pero acabé transportada hasta el pecador siglo XXI. Allí, una fuerza misteriosa, me introdujo en unos infernales canalículos que llaman Internete. Allí soy forzada a penetrar en unas luminosas cajitas.

Compartí uno de esos canalículos, con otra monja, Sor Leandra; la cual tuvo a bien darme cuenta de su vida terrenal, en un siglo que llamaron de Oro, con el XVI como número. Se lamentaba de que su padre la hubiera encerrado a la fuerza en un monasterio, con tan solo quince años, por haber seguido los pasos a un seductor soldado llamado Miguel de Cervantes que luego fue renombrado escritor.

Solicitome la ayudase que ansiaba encontrar al ectoplasma de aquel a quien tanto amó. Sospechaba que, al igual que nosotras, había sido capturado por los canalículos del satánico invento, ¡Y lo hallamos! Permanecía inmóvil y silencioso, agazapado junto a una cajita luminosa que, diabólicamente, alternaba la villa del Pisuerga con la del Arlanzón. Hubo un fantasmal abrazo entre los dos viejos amantes. Abrazo y…algo más. Que aunque no tengamos cuerpo…

El del brazo enfermo nos informó de que, por allí, escribían constantemente acerca de su don Quijote y de otras sus criaturas, hijas de su pluma. Los mensajes eran muy extraños, hablaban de acequias, blogs, entradas, comentarios…
Alzó la voz para decir: ¡Pero esto de los versos no puede quedar así! ¡Por todos los demonios! ¡Académicos de Argamasilla! ¡Hoy quiero ser yo el que se comunique con ese dómine que declara llamarse Pedro Ojeda Escudero!

Sor Austringiliana
María Ángeles Merino Moya

CONTINUARÁ
Un saludo para todos

Sor Austringiliana dijo...

Mi nombre es Miguel de Cervantes Saavedra, autor del renombrado, traducido e impreso libro del que vuesa merced comenta: “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. Mi vida era la propia de un fantasma vagando por aquellos conocidos lugares, los cuales fueron escenario de mi desdichada y azarosa vida terrenal: Compluto, Madrid, Nápoles, Lepanto, Argel, Madrid, Valladolid…También acudía a las más lejanas poblaciones del orbe donde hablaban de mí y de mi obra, mas caí atrapado en estos canalillos donde bullen las www, habiendo elegido éste que llaman “La acequia”, el cual me es especialmente grato por lo que dejan escrito en torno a mis capítulos. Mas al llegar al último de mi primera parte, mi vista ha topado con unos versos que son dignos de una recta interpretación.
¡Académicos de Argamasilla! ¡Académicos de tabernas donde escancian el buen vinillo de Arganda! ¡Y yo era uno de ellos!
CONTINUARÁ

matrioska_verde dijo...

he disfrutado y por aquí seguiré esperando la sengunda parte con ansia... aunque no prometo nada e igual la leo en verano por mi cuenta y luego sigo tus comentarios de capítulo, ya veremos.

biquiños,

Sor Austringiliana dijo...

Monicongo, Caprichoso, Paniaguado, Burlador, Cachidiablo, Tiquitoc y yo. Los siete habíamos sido camaradas, puesto que asistimos a las mismas clases del gramático López de Hoyos, en el Estudio de la Villa de Madrid. Nos denominábamos académicos de la Argamasilla y, en torno a una mesa de taberna y una jarra de vino, competíamos por ver quién acertaba a escribir el mejor soneto, burlesco o amoroso, con o sin estrambote. Los míos eran los más loados por el maestro y ello me convertía, en muchas ocasiones, en blanco de sus pullas.
Al cabo de muchos años, cuando ya éramos hombres maduros, la academia de Argamasilla volvió a reunirse en uno de sus locales habituales. Me encontraba finalizando el capítulo LII del Quijote, deseaba rematarlo de forma adecuada, dejando la puerta entreabierta. Compartí mis dudas con mis viejos compañeros de estudios ,a los cuales había leído fragmentos de mi libro. Uno de ellos mandó a un criado que trajera lo necesario para escribir, en ese mismo lugar, entre vasos de vino. Alguien, no recuerdo quién, ideó la historia de la caja de plomo enterrada en los cimientos de una ermita, con unos pergaminos. Entre todos redactamos lo del hallazgo. Cada uno escribió el epitafio o soneto que figura encabezado con su sobrenombre. Escribí las últimas líneas, ya conocen vuestras mercedes lo de los versos con letra carcomida, el académico que los sacará a la luz…
¡Qué versos más malos! ¡Llamar calvatrueno a don Quijote! ¡Hasta el mismo Aranjuez lo conducen!¡O hasta Catay!¡Rolliza y amondongada a Dulcinea! ¡Sancho majadero! ¡Qué rimas más forzadas! Deposité lo escrito en la taberna encima de mi mesa, al lado de mi manuscrito, casi finalizado.
¡Mañana tendría tiempo de escribir otro final mejor para el capítulo!
Al día siguiente, permanecí en el lecho toda la mañana, con la cabeza como golpeada con un batán. Cuando me levanté, mi sobrina me dijo que el chico del impresor había estado en casa, pidiendo el manuscrito para imprimirlo y, siguiendo las instrucciones de su padre, se había llevado todos los papeles que yo había colocado encima de la mesa. ¡Los cincuenta y dos capítulos más lo de la taberna! Fui a explicárselo al impresor, pero a éste le había parecido de perlas ese remate final y yo… cosí la boca.

Cuatro siglos después he confesado mi falta de autoría en ese final, forjado entre jarras de vino tinto y blanco. Por último, he de decirles que he aprendido la lengua de estos castellanos del siglo XXI y los imito ya bastante bien. ¡Como que soy un genio de las letras!
Creo que me están apagando…

Un saludo para todos
Sor Austringiliana
María Ángeles Merino

impersonem dijo...

En este final de la primera parte, me quedo con el interrogatorio de Juana Panza a su marido...es tremendo...ella pide cosas tangibles para su familia...pero Sancho trae las alforjas vacías de lo que ella espera...tan sólo ofrece la posibilidad de más aventuras donde conseguir ser gobernador de una Ínsula...Sancho se conforma con los "ciento volando"...parece ser.

Abrazos.

Myriam dijo...

Hola Pedro:

He llegado al final de esta primera parte!

La semana que viene haré el aporte prometido en mi blog y te lo haré saber para enlazarlo el 14 de Julio, de ser posible.

Me alegro de haberte hecho caso y haber traido el Quijote en mi viaje. Disfruté muchisimo la lectura y como ves, hasta alcancé a escribir algunos comentarios.

Besos y gracias!

Asun dijo...

Ahora ya puedo decir que he terminado la primera parte.
¡¡Todavía no me lo puedo creer!! Nunca habría pensado que lo conseguiría. Así que... no hay imposibles.

En breve empezaré la segunda parte.

Besos