jueves, 10 de noviembre de 2016

El azar y la calle en el inicio de Niebla de Unamuno y noticias de nuestras lecturas, con final cervantino.


Es extraordinario el primer capítulo de Niebla. Al igual que lo son el prólogo, el postprólogo y la nota con la Historia de Niebla (un cuerpo preliminar que es parte de la misma novela y que debe leerse para comprenderla plenamente). Nada se nos dice del protagonista (porque se ha creado ya suficiente interés por parte del lector en esos textos introductorios) y serán sus acciones y su monólogo interior quien nos lo presenten. El narrador en tercera persona no tiene necesidad de indagar en su interior. Su salida a la calle es toda una definición del personaje, comprobando si llueve o no en un gesto que desciende desde su nombre y gesto imperial (Augusto) hasta el acto cotidiano de abrir un paraguas. Su divagación metafísica sobre el objeto que le protege de la lluvia lo lleva hasta la misma razón de la existencia de Dios. Y después se echa a la calle como quien es, una persona sin norte en la vida, arrojado al azar. En el fondo es un vago (rico, huérfano y sin nada que hacer en la vida), distraído, disperso en todo pero que se sublima a sí mismo a través del pensamiento, un pensamiento que, según su opinión, lo separa de los demás y le aparta de su pereza, como si pensar fuera su trabajo. Pero a través de sus monólogos interiores conocemos que su pensamiento no es más que un conjunto de divagaciones sin mucho fundamento.

Lo cierto es que se echa a la calle decidido a seguir al primer perro que se le cruce pero finalmente sigue a una mujer, se obsesiona con ella por el azar del encuentro y es incapaz de reconocerla cuando se vuelve a cruzar con ella cara a cara pero ella sí se fija en él... Este encuentro y desencuentro, como propósito inicial de la novela nos deja perplejos a los lectores ante la psicología del personaje protagonista, porque en los dos capítulos iniciales hay todo un estudio completo de su personalidad a través de sus acciones. Para él la vida es la niebla, la suma de pequeños incidentes del que lo saca esa decisión de cortejar a Eugenia, a la que no conoce pero recrea en su imaginación. Enamorado de una imagen, como un romántico, parece despertarse en él la voluntad y con ella poner un motor en su vida.

Se divierte Unamuno en estos capítulos iniciales -al humorismo dedica buena parte de las palabras de sus textos preliminares-, incluso en el nombre de la portera. Como ya nos ha dado en el prólogo y en postprólogo las razones para seguir leyendo en un ingenioso y cervantino juego con el lector, ahora nos regala el retrato de una personalidad que, de otra forma, parecería llevarnos a una sátira cómica sin mayor interés. Pero sí lo tiene. Basta con seguir leyendo.

Durante el mes de noviembre cumplimos con una deuda. Varios lectores me habían solicitado reiteradamente la inclusión de alguna de las obras de Unamuno en el listado anual. Y allá va Niebla, una de las más inquietantes. Me será interesante releerla con todos vosotros para comprobar su impacto actual. Hay suficientes buenas ediciones en el mercado. Os aconsejo alguna con notas aclaratorias y prólogo. También la tenéis disponible gratis en internet.

Noticias de nuestras lecturas


Luz del Olmo comienza la lectura de la obra de Unamuno desde la posición del sueño como vida. Sus preguntas nos adentran en la obra y, por supuesto, en la propia vida.

Mª Ángeles Merino recurre al sabor para recordar quién era cuando leyó por vez primera Niebla. Y de la mano de Austri comenta dialogando el prólogo y el postprólogo entre lo que sabía entonces y lo que sabe ahora.

Pancho escribe un excelente comentario del arranque de la historia tras el prólogo y el postprólo que os recomiendo no os perdáis. En él están todas las claves de este festín literario en el que consiste la escritura de Niebla.

Gelu nos resalta las partes esenciales del inicio de la novela y comenta cómo en ella se muestra lo festivo, zumbón y juvenil de Unamuno.

Mª del Carmen Ugarte destaca de forma aguda la importancia del diálogo en esta novela como técnica narrativa y argumentativa. No os perdáis esta entrada.




Una de las participantes en este club de lectura, María del Carmen Ugarte me manda la noticia de la publicación de su artículo sobre Lo que don Quijote nunca dijo. Falsas atribuciones fraseológicas a Cervantes, publicado en el último número de la revista Paremia. Este club nació con la primera lectura colectiva, completa y virtual que se haya hecho del Quijote usando las posibilidades de la red 2.0 y en alguna de las entradas comentamos este aspecto. Os invito a leer este interesante, ameno y esclarecedor artículo en este enlace.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace.

6 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Gracias por la publi.

Seguimos metidos en la niebla, aunque hoy sea un día de sol.

pancho dijo...

Me encanta ese gesto de salir a la calle y no saber qué camino tomar, decidir seguir al primer perro suelto que pase y finalmente medio escoltar a una mujer que por allí aparece, me parece uno de los mejores comienzos de una novela que haya leído, al menos de los más sorprendentes. Echó el resto el autor en esta primera página de escritura intensa.
El autor traza al protagonista desde la nada, lo va esculpiendo a medida que pasan los capítulos, como el escultor da forma partiendo de la masa informe.
El humor denota mucha inteligencia, algo que le rebosaba a Unamuno. También el uso frecuente de imágenes, símbolos, parábolas etc, a menudo difícil de captarle el significado. Pero ahí radica otro de los valores de esta novela, que cada lector interprete hasta donde pueda o quiera, sin volverse loco.

"Festín literario", qué bien definido.
Un abrazo.

Sor Austringiliana dijo...

Augusto Pérez está en la línea de un Juanito Santa Cruz galdosiano, pero con la mamá ya fallecida. Me gusta lo que dices, piensa que trabaja porque piensa. De ese primer capítulo, en mi lejana primera lectura de Niebla, se me quedó grabada la conversación con la portera y sobre todo lo de: ¿dónde está la concordancia? no la conozco. Los clásicos duran toda una vida y volvemos a ellos. Hubo un programa de televisión en el siglo pasado "Los libros" en el que Augusto era José Sacristán y Eugenia era Mónica Randall. ¡Y Unamuno Luis Prendes! Desde entonces, los tres tienen cara para mí. Sacristán de panoli y la Randall de mujer garbosa y con las ideas claras.
El prólogo y el post-prólogo muestran a un Unamuno quisquilloso que yo asocio, qué tendrá que ver, con el Javier Marías de "El País Semanal". ¡Qué barbaridades se me ocurren!
Mi amiga Austri saldrá de la niebla de nuevo. La última entrada me salió muy larga porque el miércoles me desperté con la noticia que todos sabemos y escribía, escribía para quitarme de la cabeza...
Un abrazo, Pedro, feliz fin de semana.

Sor Austringiliana dijo...

El actor que hacía de Augusto Pérez era Gerardo Malla, que se daba un aire con José Sacristán. Cara de panoli, lo hacía muy bien.

Myriam dijo...

De tanta Niebla, ando en un baño turco...

Estoy viendo si hago algún aporte.

Myriam dijo...

Interesantísimo el artículo de María de Carmen.
¡Gracias!