viernes, 13 de enero de 2017

Hace frío y releo


Hace frío y releo a Luis Ángel Lobato en Lámparas (Tansonville, 2010):

Parece que el frío
repercute
en el latente metal
de estas tardes.

He tenido que subirme el cuello del abrigo y encoger el mentón buscando la bufanda. Luis Ángel me hace caminar por Medina de Rioseco que es y no es la ciudad castellana, helada y vacía:

Me conducen
esos grumos de reflejos
a -7º C
hasta comprobar
que yo circulé
por lo más oculto
de su consistencia.

Da igual a donde nos lleve el poeta:

20 de enero de 1965:
toda la noche
estuvo nevando

Ajusto mi paso al suyo, que transita entre la realidad y el sueño o la ficción. El frío se atenúa por el recuerdo del amor que se hace presente como si se enciendiera de pronto una llama o por los pocos momentos de refugio. Hace frío y escarcha estos días por estas tierras, la cencellada cubre el paisaje de cristales blancos, tan certeramente mortales como hermosos. En ese filo en el que caminamos a veces, en busca de ese calor que nos refugie porque el mundo a veces se hace un camino despoblado e invernizo. Suerte, hermano, si lo hallas. Llévate esa chispa siempre dentro del pecho, hazla estrella para caminar en la intemperie. Pobre de ti si lo pierdes. Desgraciado si nunca tienes dónde calentar tu esperanza. Hiela estos días en estas tierras, con la hermosa exactitud del tiempo que cumple con su labor siempre:

Se trata de la edad.
Nos zarandea.

Hace frío. Hiela por las noches y al despertarnos el paisaje es tan hermosamente difícil que parece la vida.

6 comentarios:

mojadopapel dijo...

Y es la vida

María dijo...

El frío forma parte de la vida y de las emociones.

Un beso.

andandos dijo...

Pues sí, caminamos en el filo, a veces. Frío y calor, a todos los niveles, es lo que buscamos en la vida.

Un abrazo

pancho dijo...

Qué bien roto por el medio el poema en el comentario. Para poderle. A mí la edad me tiene mosca y zarandeado del todo.

andandos dijo...

No hay en nuestra vida diaria tantos termómetros como relojes. Pero la reducción constante de la realidad a cifras le cambia la cara y, en cierta manera, la desactiva. Nunca he sabido con tanta exactitud a cuántos grados bajo cero estoy, cuántos centímetros va a nevar o si va o no a helar allí o aquí. Realmente no quiero saber tanto.

Un abrazo

São dijo...

O gelo está aí a não quantos graus, mas o frio pior é o que nos vem de dentro.

Besos, querido Pedro.