jueves, 14 de marzo de 2013

El aburguesamiento de Manuel y noticias de nuestras lecturas


No suele presentar la novela española un debate de ideas como la de Aurora roja (probablemente debido a la poca valentía de los novelistas españoles que procuran no complicarse la vida en estos aspectos), de ahí otro de los rasgos de interés de esta novela. Hemos visto, en los dos volúmenes iniciales algún atisbo de lo que encontraremos en el tercero, sobre todo en los diálogos protagonizados por Jesús. Pero la cuestión social en esas dos entregas iniciales se abordaba sobre todo a partir de la narración de las situaciones. Es en Aurora roja en donde Baroja nos presenta un verdadero debate ambientado en La Aurora, lugar en el que se reúnen los anarquistas en la Junta que dará título a la novela. De los debates, el lector saca la idea que nos quiere trasmitir el autor: la esterilidad de los planteamientos allí manejados. Oscilan estos entre los utópicos, los filosocialistas, los instintivos, los teóricos o los prácticos. Y evidencian una de las raíces de la fortaleza y la debilidad del movimento anarquista: por su misma esencia, no puede organizarse de forma eficaz para luchar contra un sistema implacable que expulsa de su seno a todo aquel que no se ajuste a los cánones de la productividad. Baroja hace que esto lo sepan, en especial, las mujeres que rodean a Manuel en esta novela y lo apartan de las tendencias que hasta ahora le habían vencido en los momentos de debilidad. Salvadora e Ignacia aplican el sentido común a todo: ganar dinero, no gastarlo, aprovechar las oportunidades de mejorar con ambición y, sobre todo, trabajo. Manuel, como le echa en cara Jesús, está dominado por ellas. El lector, que le ha visto padecer en las dos novelas anteriores, lo comprende y quiere que tenga fortuna en su nueva condición de empresario. A ello contribuye la forma en la que Baroja narra los acontecimientos: ha serenado todo lo que hace referencia a ese pequeño grupo familiar y aplica la caricatura degradadante a todo lo que puede apartarle de él. Excepto en lo que hace a su hermano, Juan. Sin anticipar el final de la novela, de la relación entre Manuel y Juan, sus dos formas de entender la vida tan diferentes, nacerá por contraste y síntesis la propuesta de Baroja.

Noticias de nuestras lecturas
Mª Ángeles Merino nos hace entrar con brío en Aurora roja dialogando con Manuel y comentando todos los puntos esenciales de la construcción del personaje de su hermano.

Paco Cuesta nos deleita con una entrada que es una invitación a leer Aurora roja. Os recomiendo que se la enviéis a amigos que duden sobre la actualidad de Baroja.

Excelente entrada la de Pancho para comprender algunas razones de la presencia de la cuestión social en Mala hierba.

Gelu selecciona los fragmentos más significativos del Prólogo de Aurora roja.

No os perdáis la entrada de Myriam: nos recupera a don Quijote y Sancho y hace repaso de la Sevilla cervantina...

También cervantina es la entrada de Kety, que reproduce el soneto que Darío dedicara al español.

5 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Pues me lanzo con brío a ser la primera en dejar aquí un comentario. "Aurora Roja" es un libro distinto, tal vez por lo valiente y atrevido. El anarquismo es una utopía y son las mujeres las que se dan más cuenta de su inviabilidad. Las salvadoras salvan,en ese sentido Baroja no es misógino. Aplican el sentido común,como dices. No tan común, tantas veces.
Vamos a ver a Manuel frente a Juan, qué poca gracia le hace al primero la visita del segundo, le remueve muchas cosas. El prólogo construye muy acertadamente al personaje de Juan, del que solo sabíamos que era estudioso y llorón.
Vamos a por la síntesis barojiana.

Gracias por tus comentarios.

Besos

Paco Cuesta dijo...

Se intuye un dilema verdaderamente apasionante que puede dar mucho juego.
Gracias por todo. Un abrazo

Myriam dijo...

Menos mal que lo dices, porque eso es justamente lo que sentí al leer las discusiones en La Aurora: "la esterilidad de los planteamientos allí manejados".

No se hasta que punto, o si Manuel está "dominado" por la Salvadora y la Ignacia, lo que me queda claro, es que ambas ejercen una influencia benéfica sobre él.

Lo que me también me queda claro y más después de leerte, es la tendencia naiv e idealista de Juan contrastada con el pragmatismo de Manuel, preñado de sus resabios de superviviente en las calles, mejorado y resaltado incluso, por la influencia de estas mujeres que tan bien saben aplicar el sentido común.

No se si soy clara o me enrollé.
Espero que se me entienda.

Besos

pancho dijo...

Pío Baroja vive de sus escritos y de sus libros -otros gozaban de ingresos aparte-, entonces en sus novelas hace más que la mayoría de los autores contemporáneos en cuanto a denuncia social. No conviene olvidarse de la situación de miseria e incertidumbre en el futuro de la sociedad española del momento. Máxime cuando sus lectores debían pertenecer a las clases pudientes porque la clase trabajadora era en su mayoría analfabeta.

El compromiso inquebrantable a su forma de ver las cosas indica que Baroja era consciente de que escribía para generaciones posteriores de lectores. Así le importa un bledo un presente de pan duro.
El hambre, las noches al raso, la calle han sido la universidad del protagonista. En su aprendizaje se ha codeado con la flor y nata de la fauna madrileña; chulos agresivos, crápulas, amigos de lo ajeno, bohemios impenitentes, apasionados y arruinados por el vicio del juego...
Como testigos de las penalidades sufridas por Manuel en su purgatorio entre el cielo y el infierno nos gana para su causa y todos empujamos para que remonte y no caiga del todo.

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

¡Gracias! ¡Qué escritor DON PÍO!
Manuel ha estado solo demasiado tiempo, y se ha dejado llevar, a veces casi a remolque. En cuanto a lo físico, muchas energías, con esa alimentación que arrastraba, no debían sobrarle.
A ver, ahora.
Le dejo una Jota
de La Gran Vía de Chueca .

Abrazos